Primera infancia y libros: un vínculo que transforma
- Violant Muñoz Genovés
- 27 jun
- 4 Min. de lectura
En una era dominada por pantallas y estímulos digitales, la imagen de un niño hojeando un libro puede parecer casi nostálgica. Sin embargo, múltiples estudios y profesionales del ámbito educativo y psicológico coinciden en que el contacto temprano con los libros, incluso antes de que el niño sepa leer, es una de las herramientas más poderosas para estimular el desarrollo integral durante la primera infancia. Desde libros de cartón con texturas hasta cuadernos de colorear y ejercicios de protoescritura, el universo editorial destinado a los más pequeños es hoy un aliado clave en su crecimiento.
Un contacto que empieza antes de hablar
El contacto con los libros puede y debe iniciarse incluso desde el nacimiento. Aunque un bebé no entienda aún las palabras, los beneficios de leerle en voz alta son innegables. La sonoridad del lenguaje, el ritmo de las frases y la entonación generan conexiones neuronales que sientan las bases para la adquisición del lenguaje. Así lo afirma la Asociación Española de Pediatría, que recomienda la lectura compartida desde los primeros meses de vida como una forma de fomentar el vínculo afectivo, estimular la atención temprana y desarrollar la comprensión auditiva.
"Los libros actúan como un puente entre el mundo emocional del niño y el lenguaje", explica Marta Calvo, logopeda y especialista en desarrollo del lenguaje infantil. "Incluso antes de que puedan hablar, los niños empiezan a asociar palabras con imágenes, tonos con emociones y gestos con significados".
Libros para tocar, mirar y descubrir
Durante los primeros tres años, los libros para bebés y niños pequeños no están pensados para ser leídos de forma tradicional. Son libros robustos, de páginas gruesas, muchas veces acolchadas o plastificadas, que estimulan el sentido del tacto, la vista y, en algunos casos, el oído. A menudo incluyen texturas, solapas para levantar, espejos o sonidos, convirtiéndose en una experiencia multisensorial.

Un buen ejemplo de estos libros son la colección "Maya y Max" de Rosalind Beardshaw publicada por Beascoa. Este tipo de libros favorece la coordinación mano-ojo, la motricidad fina y la capacidad de atención. Además, familiarizan al niño con la estructura del libro: pasar páginas, identificar portadas, señalar personajes. Todo ello contribuye a crear un vínculo emocional positivo con el objeto libro, que más adelante facilitará el aprendizaje lector.
Colorear: mucho más que entretenimiento
A partir de los dos años, los niños suelen mostrar interés por los libros para colorear. A primera vista, puede parecer una actividad puramente lúdica, pero en realidad está cargada de beneficios pedagógicos. El coloreo estimula la creatividad, mejora la coordinación motora y refuerza la concentración. También enseña normas básicas como respetar límites, elegir colores y completar tareas.
Además, colorear es una forma de expresión emocional. "Muchos niños aún no son capaces de verbalizar lo que sienten, pero pueden canalizar emociones a través del color", señala Laura Mendoza, psicóloga infantil. Una buena opción para este verano son el libro de colorear con actividades de "La casa de muñecas de Gabby" o "Hora de colorear. Pocoyo" ambos publicados por Altea.


Los libros para colorear también introducen conceptos tempranos de forma indirecta: desde los colores hasta los números, las formas o las estaciones del año. Esta pedagogía indirecta, a través del juego, es altamente eficaz en edades tempranas.


"Abrazos blanditos" de Coco Wyo publicado por Bruguera y "Bluey. Juega y diviértete" publicado por Altea, son buen ejemplo de ello.
Protoescritura: los primeros trazos del pensamiento
Entre los tres y los cinco años, los niños comienzan a imitar la escritura. Primero trazan líneas caóticas, luego garabatos, hasta que poco a poco surgen formas parecidas a letras. Es lo que se conoce como protoescritura, una etapa fundamental en el desarrollo de la lectoescritura.
Los cuadernos y libros de actividades que proponen repasar líneas, seguir caminos, unir puntos o imitar letras son esenciales en este proceso. Estos materiales fortalecen la motricidad fina, el control del lápiz y la direccionalidad, a la vez que refuerzan la autoestima del niño al completar actividades con éxito.

De la colección Escribo con Disney, "Colorear con las letras" publicado por Cliper es la mejor opción para un incipiente escritura. "El trazo es pensamiento en movimiento", comenta la pedagoga Rebeca Serra. "Cada línea que un niño dibuja es una preparación para el momento en que pueda escribir sus ideas, su nombre, su mundo".
Un ritual que deja huella
Más allá de los beneficios cognitivos y motrices, los libros en la infancia temprana cumplen una función afectiva. Leer juntos, colorear en compañía o descubrir nuevos libros puede convertirse en un ritual compartido entre adultos y niños que fortalece el vínculo familiar y transmite seguridad emocional.
En palabras de Yolanda Reyes, autora y promotora de lectura en la primera infancia: "Los libros ofrecen a los niños la posibilidad de habitar otros mundos, pero también los ayudan a comprender el propio".
Acceso y equidad
A pesar de estos beneficios, no todos los niños tienen las mismas oportunidades de acceso a libros de calidad. Las bibliotecas públicas, los programas de lectura temprana en escuelas infantiles y las campañas de donación son herramientas fundamentales para garantizar que todos los niños, independientemente de su origen socioeconómico, puedan disfrutar de este derecho. Organizaciones como Bebeteca, Un Libro Es Un Amigo o Leer Juntos están trabajando para reducir esa brecha, acercando libros y formación a familias vulnerables y docentes.
Sembrar desde el principio
En definitiva, poner un libro en las manos de un niño pequeño —aunque todavía no sepa leer— es sembrar en tierra fértil. Cada página que hojea, cada color que elige, cada trazo que intenta reproducir es una inversión en su desarrollo cognitivo, emocional y social.
El contacto temprano con los libros no es un lujo ni una actividad extraescolar: es un derecho, una necesidad y una poderosa herramienta de transformación.
Recordad: ¡Leer les hará libres!
Empecé tempranamente mi pasión por los libros. Mi principal preocupación al tener una hija fue inocularle también ese "virus" de la lectura. Lo mejor de todo es que, en realidad, no hice nada especial. En casa su madre y yo leíamos a todas horas, y los libros campaban libremente por nuestra casa. El resultado fue que, al tener ese ejemplo, no necesitamos nada más para que nuestra hija leyera de forma natural.
Seguid vosotros también ese ejemplo.
Manel